6.29.2007

Se me acaban las ideas

Me faltaría otro cuento corto para ponerme al día. El lunes se me
vuelven a acumular dos, pero se me acabaron las ideas. Temo empezar a
repetirme, ya lo he hecho en varios textos. Creo que termina siendo la
dificultad de postear cuentos cortos cada fin de semana. Espero estar
más inspirado el lunes.

Como comentario aparte, muy chida la velada de ayer en la Coronilla,
hacia mucho que no me sentía así de relajado. Ojala haya más así. Como
dijo el amigo Capote en su blog: Salut.

Secuela

Después de cien años de soledad vinieron dos cientos de masturbación.

Fotógrafo

Lo hicieron para tomar fotos. Era su único deber. Fue por eso el largo
viaje, después las instrucciones precisas. Al principio parecía
emocionante. Todo le era novedoso, fantástico. A las diez pasarás por
aquí, a las dos de la tarde por acá. La rutina llegó muy pronto. Quiso
agregar algo de calidad artística a su trabajo, pero fue cortado en
seco. Los ingenieros de inmediato pensaron que los encuadres curvos, los
contraluces o incluso los acercamientos extremos eran la consecuencia de
un error de programación. Aburrido como esta de su trabajo se juega el
todo por el todo. El satélite sale de la orbita. Se aleja esperando que
en Marte o las lunas de Saturno las cosas sean más interesantes. En la
Tierra se arma un mitin: las personas adoraban ver sus casas desde el
aire, los trayectos para ir al trabajo e incluso las ciudades que nunca
conocerían.

Sueños

El gaucho cabalga a toda velocidad. Huye. La noche cubre la pampa. Por
momentos, sobre el caballo, despierta. Es un conductor de motocicleta
que se ha accidentado. Lo llevan en ambulancia. Constantemente pierde el
sentido. Entonces abre los ojos, sigue bajó la noche argentina. Debe
correr. Lo persiguen los aztecas. Tiene que llegar a la orilla del
desierto donde sabe que escapará del sueño, donde volverá a ser Borges,
donde a primera hora de la mañana escribirá un relato. Las boleas lo
tumban de su montura. Es capturado. Sabe que todo esta perdido. Al
despertar se mira en el espejo: es Cortazar y se dispone a escribir un
cuento.

Nuevo numero de Al Margen

Acaba de salir el nuevo numero de la revista en linea Al Margen.net.
Como me veo en la necesidad de postear desde mi correo no puedo agregar
directamente la liga como me gustaria, pero la encontraran fácilmente en
la barra de la derecha. Felicidades a todo el equipo de la revista y a
Oscar Huerta por su incansable (y como en toda revista cultural:
Heroica) labor.

6.19.2007

Faltan cuatro cuentos cortos más

Van cuatro y faltan otros cuatro para ponerme al día en el blog. Se que
esto de subir cuentos en grupo, a destiempo, en realidad le quita el
objetivo al reto. Tiempos de trabajo extremo, a veces, de cansancio
extremo en otros. Ya termine el libro que dio origen a este blog,
empezaré a mandarlo a concursos y editoriales. Es posible que en algún
tiempo cambiemos de dirección, aún no se a donde, pero les dejaré saber.
Incluso, lo más seguro en que en este blog solo deje una redirección.
Cuando llegue ese día se enterarán, además pueden faltar meses.

Gracias a los tres o cuatro lectores que siguen entrando a este blog de
vez en cuando (sin contarme a mi). Se que lo tengo casi abandonado,
espero que eso pase pronto.

Buffet

El viejo líder de los yakuza observa la pelea con agrado. La banda rival
no tenía oportunidad, nunca debieron desafiarlos. Sus hombres reparten
golpes, cortan miembros y cabezas como si de ello dependiera su vida. De
hecho, de ello depende. Cuando el último de sus enemigos deja de
respirar, el capitán se acerca al anciano: ¿Nos deshacemos de los
cuerpos como siempre? Como respuesta solo obtiene una sutil sonrisa.
Venta especial en la casa del sushi, dice el altoparlante, todo lo que
puedas comer. Los lugareños hacen filas interminables, estas promociones
no pasan a menudo.

Arquitecto

Asterion da una orden, revisa los planos, suspira. Este palacio será el
epitome de su carrera. La historia lo recordará como el gran arquitecto
de Minos. Enfrascado en su trabajo no se da cuenta que Dédalo, un
antiguo compañero que le odia, ha ido cambiando muros y salidas en el
exterior del palacio. No podrá salir, dice con sorna, el rey que tanto
odia a su hijo me premiará como lo prometió. Es más, dice en un arranque
de cinismo mientras convence a los constructores de poner tres muros
más, diré que tenía cabeza de toro, que su madre era zoofilica, que era
un monstruo. Es increíble, reflexiona mientras regresa a palacio, como
un chisme llega a ser creído por la mayoría cuando uno esta en buena
posición política.

Prueba de amor

Por ti sería capaz de todo, dice el enamorado. ¿De todo? Le responde
ella arqueando una ceja. El día de la ceremonia. La mujer, de blanco,
espera impaciente en el altar. Él, de traje, descalzo, dispuesto a
recorrer el largo pasillo. Las brazas ardiendo bajo sus píes lo hacen
dudar un momento. La mira y sonríe: solo faltan diez metros.

Cigüeñas

La ciudad destruida, desolación, silencio. Un ave baja a la avenida en
ruinas, el agua corre por entre las grietas y los autos oxidados, se
alimenta de los peces e insectos. Una lanza, una red, los salvajes la
atrapan en medio del revuelo. Regresan a su cubil con el animal amarrado
de patas y alas. La entregan a su líder, los últimos niños de la tierra
llegan a las cuatro décadas, confundidos, con recuerdos vagos del mundo
antes de la extinción. La cigüeña es encerrada en la jaula gigantesca
junto con otro centenar de su especie. El dirigente sonríe, pronto
encontrarán el secreto, las seguirán a su guarida y, recobrando las
máquinas que producen bebés, repoblarán la tierra.

6.10.2007

Presentación de novedades de Paraiso Perdido

Este miércoles 6 de junio se presentarón las novedades de Paraiso Perdido. Los libros "Sucesión de la sombra" (poesía) de Fanny Enrigue, "De amarillo a jueves" (poesía) de Abril Medina y "Roads" (narrativa) de Nylsa Martínez. Más de 150 personas llenarón la capilla Elias Nandino (y sus alrededores) del Exconvento del Carmen. Como me tocó estar en galera (hasta atrás, y no por haber tomado nada aún), no tengo fotos en si de la presentación. Espero Antonio Marts o alguna de las autoras las suban a sus respectivos blogs. Lo que si tengo son fotos de la peda (politicamente, reunión etilica) posterior a la presentación, por lo menos aquella donde fuimos los amigos y conocidos de Nylsa. Fue en la barra de Tomas, donde también estaba Antonio Marts, amigos y amigas, miembros de la editorial y los dos presentadores del miércoles: David Guerrero (que presentó los libros de póesía) y Luis Martín Ulloa (que presentó el libro de cuentos).

Alejandra y Armando, Alejandrovitch, Luis Manuel, Arcelia y su esposo, Yolanda, Nylsa y Carreto.


Miguel, Nadia, Nylsa, Alejandra y Armando

Juan Salvador y Nylsa.

Antonio Marts, Nylsa y Luis Martin Ulloa

Nuestro famoso editor y David "El negro" Guerrero

Nylsa, yo, Carlos Vicente Castro y Antonio Marts: Salud.

Trailer: Un día en los nombres del juego

Prendes el televisor. Enciendes la consola de videojuegos. En la pantalla se ve un amanecer. Luego contemplas la ciudad. Una vista panorámica. Desde lo alto ves la luz del sol que delinea calles y azoteas. Las nubes que quieren cerrar al cielo y amenazan con lluvia. El tráfico matutino. Los choques, las mentadas de madre. La desesperación por llegar a la escuela, al trabajo, a cualquier lado. Así transcurre la mañana. Personas en fábricas, bodegas, oficinas. Llega el medio día. La hora de comer. Todos desesperados, sin ganas de regresar. Es viernes. Ves una cocina económica. Aun lado esta una carnicería. Una chica come en una de las mesas. Esta sola. Viste una bata de médico, un estetoscopio colgando y una mochila. Se levanta. A los pocos minutos uno carniceros sale del local. Va corriendo. Llega a la esquina de la cuadra. Ve a la doctora caminando con su mochila al hombro. Resopla. Se limpia el sudor con la mano. Empieza a caminar de nuevo. Guarda unos cuantos metros de distancia para que ella no se de cuenta de que la siguen. No hay nadie en la calle. Ella llega al siguiente cruce de calles. Parece voltear hacia atrás. Él se queda congelado. La mujer de bata blanca no se da cuenta. Da vuelta a la derecha. Su perseguidor de nuevo acelera el paso, no quiere perderla de vista.

Te alejas. Dejas al perseguidor. Pasa la tarde. Sus horas lentas. Se desata una tormenta. La lluvia pasa, arrecia, finalmente se detiene. Ves a las calles llenarse de autos. La salida del trabajo, la hora pico. El agua empeora el caos. Estas en a una avenida que cruza la ciudad. Se compone de ocho carriles, cuatro en cada dirección. Allí los conductores ignoran el asfalto mojado. Te acercas a una camioneta que se mueve a 100 kilómetros por hora. Casi ha dejado de llover. Lo maneja un joven. Está impaciente, sus manos se mueven en el volante. ¡Acelérale wey!, grita aunque la voz queda ahogada por los vidrios cerrados, por la canción del grupo de rock gótico, por el ruido propio de la avenida. Apenas distingue los vehículos. Ya son cerca de las nueve de la noche. Solo ve la fila innumerable de focos rojos frente a él y la correspondiente hilera de faros amarillos por el espejo retrovisor. El automóvil de adelante se hace al carril de la derecha, él acelera. Las luces traseras del rebasado se mueven hasta pasar a un lado de la cabina, hasta volverse un par de puntos dorados que se alejan confundiéndose con el tráfico. Él sigue incrementando su velocidad hasta alcanzar a otro coche. Ve el reloj digital en el estéreo que esta a su derecha, lleva quince minutos de camino, un tiempo récord, pero hoy, para él, aun eso es tarde.

La camioneta se sigue de largo. Tú sales de ella. Tomas una calle perpendicular. El cielo esta gris, no hay estrellas. Al llegar a una esquina ves un accidente. Los policías ya tienen un cerco para los curiosos. Un auto estrellado de frente contra un camión, desviado del carril, como si hubiera querido salirse del camino. Un hombre observa todo. Viste de gabardina y sombrero púrpuras, una camisa morada y pantalón negro. ¡A este hombre lo mataron!, dice el detective casi gritando, como si quisiera que todos se enteraran. Revisaré los hechos: hace 25 minutos la víctima que ahora llamaremos Sr. Cadáver manejaba en compañía de su esposa que ahora es Sra. Viuda; hace 23 dio vuelta por esta calle como lo hace cada semana; en la esquina esperaban, según testigos, cuatro mujeres cargadas de bolsas de papel; cada una de ellas sacó una escopeta recortada y dio dos tiros; uno dio en la cabeza de Sr. Cadáver, otro en el hombro de Sra. Viuda, dos atravesaron el auto y dieron en la vitrina cruzando la calle, tres balas están en la puerta izquierda, una última en la llanta. Hace 22 minutos el auto perdió el control y se estrelló, mientras, las homicidas huían en distintas direcciones. La policía llegó a la escena hace 18, yo hace 12. Diez antes de la hora actual el Sr. Cadáver fue declarado oficialmente muerto y hace dos minutos terminé de resolver el caso. Los curiosos pasan la mirada del muerto al detective al auto y de nuevo al cuerpo en el pavimento. El hombre de la gabardina púrpura se mantiene en su lugar, mirando al suelo y en actitud de quien espera un aplauso. Nadie hace un sonido. ¡Usted! Grita hacia la multitud. No te detienes a ver a quién le habla. ¡Deténgalo! Dice desesperado. Te sigues de largo.

Avanzas por una calle aún más solitaria. Ves a un hombre de traje regresar a su auto, furioso y sudando, temeroso porque ya es de noche y las calles lucen aún más vacías que cuando llegó. Él arranca el auto, pisa el acelerador y siente que cae, se oye un golpe como si hubiera chocado con algo, luego un rechinido metálico. Sale del auto y lo ve inclinado sobre su izquierda. De ese lado, que da a la avenida, los ejes están sin llantas, el suelo lleno del polvo rojo de los ladrillos que dejaron para mantener el auto levantado. Se recarga en el coche. Mira a su alrededor. Camina hasta la esquina esperando encontrar ayuda en la tienda de abarrotes. Un dependiente le dice que hay un mecánico a media cuadra, que si tiene suerte aún lo alcanza. Cuando llega la puerta está cerrada. Se ve luz en las ventanas. Toca con fuerza, casi desquitando el coraje acumulado. Abre la puerta un hombre alto y gordo, cuyos brazos musculosos, llenos de grasa y tatuajes, sobresalen de un overol azul. Su rostro, además de las manchas de aceite, está cubierto por una barba negra y revuelta. Tiene una garganta ancha y una boca enorme que pareciera echar bolas de fuego. ¿Qué chingados quiere?, le dice con una voz furiosa. Este, es que…, mi auto esta en la esquina, sin llantas, ¿lo puede reparar? ¿A estas horas?, dice el gigante mirando su reloj, ¿no ve que ya voy a cerrar? Es que no lo puedo dejar aquí, responde, está aquí a la vuelta. Tendré que cobrarle extra, dice el mecánico, pero bueno, vamos. Y mientras hace eso esboza una sonrisa llena de dientes filosos y amarillos, enmarcados por unas encías rojas y sanguinolentas.

Te alejas. Llegas a un estadio. Lo ves desde lo alto, una toma panorámica. Conforme te acercas a la cancha distingues a los asistentes al partido. Son cuartos de final. Faltan quince minutos. Van cero a cero. Deben ganar por más de tres goles. Los asistentes abuchean, lucen desesperados. Entonces ella aparece. De la desesperación en el ambiente se pasa a expresiones de asombro. Por la banda derecha, cerca de la portería local, entra corriendo una mujer. Se quita la playera, la arroja al suelo. Los jugadores en esa área se detienen para verla, se quita la falda de un movimiento. El árbitro deja su actividad, se queda paralizado. Ella va llegando a media cancha, se detiene solo para quitarse los calzones y dejarlos en el centro del campo. Los únicos que no se dan cuenta de lo que ocurre son el portero enemigo y el delantero local. La mujer ya se despoja de su brasier. Un tiro, lanzada tremenda del arquero, rebote de la pelota que queda suelta y, ante una mirada atónita de ambos, una chica desnuda toma el balón, lo besa y lo arroja con ambas manos a la portería. Se levantó un estruendo general. Chiflidos y gritos. Varios policías persiguiendo a la gacela nudista tratando de taparla con una bandera. En ese momento cierras el libro.

Presentación de "Los nombres del juego"

La presentación fue el pasado 23 de febrero. Se que les debia las fotos, asi que aquí van:

De izq. a der. Antonio Marts, editor de Paraiso Perdido, presentando las novedades. Luis Martín Ulloa, uno de los mejores narradores de Jalisco, maestro y amigo mío, que presentó mi libro (Los nombres del juego). Elizabeth Vivero presentando la novela de Marie-Hélène Poitras (De repente el minotauro). Fanny Enrigue presentando el libro de Marco (Tornasol y fuego). Su servidor, con mi "Trailer de los nombres del juego" (mismo que postearé más adelante). Finalmente Marco Gabriel, al igual que yo, feliz por su libro.


Luis Martin presentando mi libro. Gracias por los años de taller (ya nueve) y de amistad. No solo gracias a él soy narrador (lo siento poetas, me ganó para su bando, creo que en realidad nos salvo a todos), sino que él a estado motivandome a mi y a mis compañeros, enseñandonos, también él pago mi primera peda en la Av. Revolución de Tijuana allá en el 99 (todavía tenía 18 y era abstemio, muchales chelas desde entonces para acá).


Mis papás, a los cuales les agradezco por todo, educarme, apoyarme y siempre estar allí. Creo que no fue hasta este día en que aceptarón que para mi escribir no es un "hobby", sino una vocación y una carrera alterna a la de ingeniero.
Gracias también Antonio (y todo Paraiso Perdido) por la oportunidad de publicarme. Esperamos decantar, prometo no rendirme.

Noticias, seguimos vivos...

Mayo fue un més de demasiadas cosas, auditorias y reportes contables en la empresa donde laboro. No, no soy contador, pero soy el que les corrigió e hizo cuadrar los reportes del sistema a los contadores.
Postearé fotos de la presentación de mi libro (Las debia hace tiempo), de la presentación del libro de mi amiga y hermana literaria Nylsa (Roads) que fue el miércoles pasado, y a partir del lunes, volveré a subir cuentos cortos, les debo seis según mis cuentas.
Gracias a los pocos lectores que aun se dan su vuelta a pesar de mi decidia, poca actualización y pocos ambios. Anunció que pronto, no se cuando pero pronto, cambiaré de blog y dejaré este para la historia. Ya anunciaré cuando eso pase.