12.28.2007

Gracias por el cuento y nuevo Al Margen

Andale, acabo de leer el cuento de Cortex Limbico. Lo que es estar fuera de casa.
Si regresas por aqui, gracias por el texto, muy bueno: http://www.lashistorias.com.mx/blog/?p=187#comment-42005 (Numero 86).

Gracias por lo de maestro, si bien di clases con trabajos soy profe, ja ja. Ciertamente deberian existir cuentos para niños. No encontré rastro de tu blog o correo, pero muchas gracias. Quedamos a la espera de que Alberto Chimal declare ganador de ese concurso.

Aprovecho para anunciar que salió un número más de http://www.almargen.net/. Talvez esta es noticia atrasada, pero ya ven, estas fechas, el sobretrabajo, etc.

PD: Aproveche el viaje a Sonora para leer el libro "Recursos Humanos" de Ortuño. Muy divertido, definitivamente una excelente narrativa de alguién muy joven (nacio en los setentas) y ha vivido en Guadalajara bastante tiempo. Supongo, si he de "generacionar" (que no generalizar) posiblemente de los narradores más jovenes de la que no se es mi generación (naci en el 80, pero nadie me ha dicho si soy de los más chicos de los setentas o de los más viejos de los ochentas). Ya hablaré con más calma del libro.

12.04.2007

Mucho trabajo

Hola a todos los recurrentes y repentinos visitantes. Disculpas, como siempre, si deje el blog por unos dias. Estoy con dos trabajos actualmente, uno de ellos en la empresa familiar, el otro dando soporte y rehaciendo el sitio web de una empresa dedicada a la radio. Aprovecho para invitarlos a visitarla, asi ayudan a que siga con chamba (http://www.puroradio.com/).
Terminando los comerciales, apenas tuve tiempo de ir a la FIL media hora del sábado (de 8:30 pm a 9 pm) y el domingo de medio día a 5 pm. Pero los aproveche, me fui directo a las editoriales donde se que hallaré cosas de mi gusto, aunque extrañe el caminarla con más tranquilidad (el domingo estaba a reventar) y entregarme al azar que por lo general te depara buenos libros.

Seguimos escribiendo, gracias a todos por sus mensajes de apoyo, comentarios y saludos.

Cadenero


El joven K esta en la fila que avanza lentamente. Nerviosos, jóvenes de varias edades hacen fila esperando que el cadenero los deje entrar.


“Tú si, él no”, decide el sujeto que hace las veces de juez y guardián. Una chica abandona a su novio que, aun confundido al pensar que preferían ir “juntos” a otro lugar le grita que allí mismo la espera. Tres amigas dejan a una cuarta, a la cual desconocen a pesar de los quince años de amistad. Él espera aún más preocupado, este debe ser el bueno, aquí si entraré, se dice a si mismo.


Al llegar su turno el cadenero lo mira con algo de sorpresa. Mis cálculos estaba correctos, piensa él con alegría, esbozando una sonrisa en la cara. El guardián se detiene ante el rostro de K. Piensa que debe estar soñando, que sus ojos están cansados, que simplemente la falta de luz le engaña. Todos a su alrededor, los chicos anhelantes por pasar, los compañeros que registran a los aceptados, se percatan del parecido. Podrían ser gemelos, dice alguien en un susurro. La confusión aumenta cuando K muestra su identificación. El nombre escrito en ella es el mismo que toda la vida ha tenido el cadenero. El año, mes y día de nacimiento también coinciden, incluso la firma.

El dueño de la credencial da un paso, el otro idéntico a él lo detiene. Lo revisa de abajo a arriba con la mirada. Un gesto de desagrado se forma en sus labios. Debe ser una broma, le dice con coraje, si yo fuera un adefesio como tú mejor me habría ido a otro mundo. Un empujón basto para que K entendiera el mensaje.

Cabizbajo, camina hasta llegar a un sitio solitario. Recuerda una noche de años atrás, en que humillado por el musculoso cadenero de un antro, fue despreciado por una chica que lo sentencio al dejarlo afuera: “Ni aunque tú fueras el cadenero te dejarías entrar a ti mismo”. ¡Se equivoca!, grita K al sentir de nuevo aquel coraje, ¡Se que encontraré el lugar donde yo sea el aceptado! Toma en sus manos el dispositivo que permanecía oculto en su chamarra. Presiona unos cuantos botones y, desapareciendo en medio de centellas eléctricas, se dispone a seguir viajando entre las realidades alternas.