10.30.2006

Centinela

La pareja yace en la cama, agotada, sonriente por el éxtasis en las ultimas horas. Todo empezó como accidente, unos días atrás se besaban desnudos, apunto de iniciar el coito. Él, buscando acomodarse, puso su rostro en un ángulo que permitió a los globos oculares de ambos tocarse sutilmente. Esos pocos segundos les estremecieron. Decidieron intentarlo nuevamente hasta lograr una sutil caricia. Pocos minutos después llegaron a un orgasmo como no recordaban haber tenido nunca.

La pareja se da la mano. Él le comenta que lo intenten de nuevo. Ella hace un recuento. Le cuestiona si ochenta orgasmos esta noche pueden ser malos para la salud. El sonríe. Vamos viendo, dice acercando su rostro. ¿Y si nos quitamos la ropa esta vez? le dice la chica. ¿Para qué? responde, ya nos dimos cuenta que es irrelevante. En ese momento se abre la puerta. Un hombre vestido de rojo entra cautelosamente. Activa un aparato en su mano. Los jóvenes en la cama se desmayan. Los desnuda. Los deja abrazados. El centinela sale de la habitación en silencio, con la convicción de que el sexo genital siga siendo monopolio. Nadie debe saber la verdad.

2 comentarios:

VilCapote dijo...

Oh, con razón.

Hay una canción muy erótica que dice algo así:
"La arena estaba de bote en bote... sacale la lengua, pícale los ojos..."
Y yo todavía fijándome en los traseros y los senos.
Un saludo.

Caothic Realm dijo...

Ellos no quieren que sepamos, es un complo!, ja ja.

PD: La práctica de erotismo ocular puede ser causa de keratocono, lagañas y estrabismo.