Las nuevas pastillas prometían una sexualidad exacerbada. Las anunciaban como un producto revolucionario, como el nuevo descubrimiento de Pi para definir al círculo, como la piedra filosofal de los pervertidos y perversos. Verían con ojos freudianos al mundo. Un precio exorbitante, un frasco pequeño, unas pastillas diminutas que Cástulo compró con toda la intención de ver el sexo en todo lo que lo rodeaba. Probó una pastilla. Pasaron los minutos, las horas, una nueva prueba, ahora doble, triple, cuadruple dosis. Tiempo después observo las letras pequeñas en la caja: Este medicamento puede no tener efectos visibles en ingenieros, albañiles, escritores, artistas, vouyeristas, etc.
12.06.2006
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