Por ti sería capaz de todo, dice el enamorado. ¿De todo? Le responde
ella arqueando una ceja. El día de la ceremonia. La mujer, de blanco,
espera impaciente en el altar. Él, de traje, descalzo, dispuesto a
recorrer el largo pasillo. Las brazas ardiendo bajo sus píes lo hacen
dudar un momento. La mira y sonríe: solo faltan diez metros.
6.19.2007
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