2.06.2007

Neblina

Había una densa neblina, es lo único que recuerdo. Que avanzábamos a píe rumbo a la cima de la montaña, que el auto lo habíamos dejado al inicio de la cuesta pues habían cerrado la carretera. No es cierto, también recuerdo que yo estaba feliz, que veía por primera vez en mi vida nieve, que mi padre me abrazaba y decía que la vista desde lo alto nunca se borraría de la memoria. Mintió, eso lo olvide, los juegos, la comida de mi madre, los muñecos de nieve o las guerritas que jugamos, nada de eso puedo recordarlo. Lo menciono porque intuyo que fue así, quiero creer que fuimos una familia feliz durante esas primeras horas. Porque a veces también recuerdo la aun más densa neblina al regresar al auto, el bosque que se volvió laberinto, la oscuridad llena de sonidos, mis padres, sus brazos, sus promesas de que todo estaría bien. En este momento, por primera vez, también recuerdo la neblina del amanecer, brillante, casi dulce, volviendo mágicos a los pinos, envolviendo a mi padre y a mi madre, que ya nunca despertaron.

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