4.13.2007

El río

El valiente estaba de píe, midiendo con la vista la anchura del río. Llegó al amazonas atraído por la leyenda y el reto: quién fuera capaz de cruzarlo tendría fama mundial. El confiaba en si mismo, en su fuerza y velocidad. Se arrojó al agua, lucho contra el violento caudal con todo su aliento. Cerró los ojos, aguantaba la respiración. Ya faltaban pocos metros para llegar a la otra orilla. Pensó que lo lograría, pero a pesar de sus precauciones una caricia basto para distraerlo. Lo atacaron todas juntas. Sus mordiscos, sus lenguas, su piel bronceada, sus cuerpos curveados y la desnudez que les sentaba natural eran demasiado para él. Distraído en los juegos eróticos de las brasileñas se dejó llevar por la corriente. Nadie volvió a verlo.

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